(Alejandra Márquez Abella, 2022)

Cuando pensamos en los westerns del Hollywood clásico, una figura y algunas situaciones nos suelen saltar a la mente. El vaquero estoico y heroico que se involucra en toda clase de atrevidas situaciones: persecuciones a caballo, tiroteos, peleas a puño limpio, asaltos y duelos de pistolas. Pero muchos de los mejores productos de esta época derivan su potencia y longevidad, no de la acción, sino de la paciencia con que nos revelaban los matices de sus personajes individuales y las relaciones que surgían entre ellos. Río Bravo de Howard Hawks, por ejemplo, dedicaba sus primeras dos horas a enternecernos con su trío central compuesto por Dean Martin, Ricky Nelson y (por supuesto) John Wayne, mostrándonos la comedia y drama que emerge naturalmente de su rutina, antes de ponerlos en un enfrentamiento final lleno de disparos.

El norte sobre el vacío, la tercera película de la directora mexicana Alejandra Márquez Abella, tiene más de western revisionista que de western clásico. Es moralmente complicada, sombría y parte del género para hacer un comentario social más grande, particularmente sobre esa figura masculina que típicamente asume un rol heroico. Pero igualmente está llena de personajes con los que uno disfruta pasar el tiempo y después de un rato se identifica y enternece. Es una película sin héroes, pero sí con figuras con figuras con las que simpatizamos y después nos venimos a preguntar por qué. Es esto lo que le da gran parte de su filo y complejidad. Está hecha con calidez y empatía que no entumece su lado crítico, su atención a los prejuicios y vicios que son innegables.

Al centro de El norte sobre el vacío se encuentran dos personajes cuya relación es de una tensa ambigüedad: Don Reynaldo (Gerardo Trejoluna), el dueño de un rancho en Nuevo León y Rosa (Paloma Petra), su empleada de mayor confianza. Tanto que, al inicio de la película, cuando él sale a cazar venados en compañía de su hermano Arnulfo (Marco García), es ella quien se encarga de cuidar y acercarle su rifle y ayudarle a divisar los animales en el horizonte. A ratos, su entendimiento es casi telepático.

Reynaldo pareciera apreciar a Rosa más que a sus propios hijos: Lily (Mayra Hermosillo), Elías (Francisco Barreiro) y Laura (Mariana Villegas), quienes han desarrollado su vida en la ciudad y por lo tanto han perdido contacto con el modo de vida del rancho. Reynaldo y sus hijos no están peleados, pero tampoco son muy cercanos, queda implícito que él no aprueba del rumbo que han tomado sus vidas. Elías está recientemente divorciado y Lily tiene una relación con un surfista (al que los demás en la familia se siguen refiriendo como un “lanchero”). Laura es la única con un matrimonio propiamente dicho, pero Reynaldo parece poco encantado con su esposo Raúl (Fernando Bonilla), cuyas intenciones de quedarse con su rancho lo llevan a caer en la adulación.

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Los demás empleados del rancho se mantienen el fondo, pero cobran mayor importancia a medida que la historia avanza: Wenceslao (Gabriel Almaguer), Braulio (Yahir Alday) y Tello (Juan Daniel García Treviño), quien también es pareja de Rosa. La primera parte de la película se dedica a mostrar las diferentes dinámicas dentro de la familia. Dos fiestas, primero un aniversario del mismo rancho y después la celebración de Pascua sirven para que las tres generaciones (Elías y Laura traen a sus propios hijos) se reúnan en un mismo espacio–es difícil no pensar en la fiesta que inaugura El padrino de Francis Ford Coppola, un poco porque en apariencia y porte Reynaldo se asemeja al Vito Corleone de Marlon Brando.

El norte sobre el vacío muestra todo esto con una energía y teatralidad que fluye naturalmente de sus personalidades. Los personajes hablan entre ellos con un reconocimiento claro de historias pasadas, que podemos deleitarnos tratando de armar, confiados en que Márquez Abella y el coguionista Gabriel Nuncio las han imaginado a detalle. Cuando tanto del cine mexicano reciente tiende a lo lacónico, a los silencios ominosos y a la contemplación (siendo justos, son cosas que la película no del todo abandona), es refrescante su énfasis en la palabra hablada, en el diálogo. Reynaldo es un narrador nato, contando al principio, entusiasmado y rodeado de un público de amigos y familiares animados, una historia que empieza con una llamada de extorsión y termina con un alarde sobre el tamaño de sus testículos. Es un brillante presagio de los temas centrales: la violencia que se cierne sobre México y la (apariencia de la) masculinidad.

Eventualmente, El norte sobre el vacío se revela como un verdadero western a pesar de su ambientación contemporánea. Dos criminales (Raul Briones, deleitándose con su malicia y Mauro “Bebo” Cantú, callado pero imponente) interrumpen la fiesta y llegan, pidiendo comida, y después dinero para protección, claramente con la intención de intimidarlos. Reynaldo no se va a dejar y la película le da riqueza de motivos: por una parte, es un lugar que recibió de su padre y que espera se quede dentro de su familia por generaciones, pero verdadero significado es también más mítico y elemental. Reynaldo cuenta que su padre se estableció ahí después de matar a un puma en defensa propia. Sus propios hijos se ríen de la historia como inverosímil, mientras que Reynaldo la hace parte central de su persona; es una imagen a cuya altura debe estar, aun si esto significa esconder las debilidades que le llegan por la edad (está perdiendo su puntería).

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Pero más que una película solo sobre la masculinidad, El norte sobre el vacío retrata un matizado juego entre lo masculino en lo femenino. Este contraste es central a su identidad y aparece en momentos tan casuales como, por ejemplo, Reynaldo llevando a una de sus nietas a caballo (un momento que lo muestra como una figura de autoridad bondadosa). Una escena en que las mujeres de la casa, encabezadas por Sofía, la esposa de Reynaldo, sus hijas y Rosa conversan en la cocina, una película más preocupada por ser concisa quizá habría eliminado, perdiendo mucho. Es un reconocimiento del mundo que existe más allá de Reynaldo, pero que de alguna manera no existiría sin él como figura paterna.

También se siente como un reconocimiento de lo arraigado que el machismo está en la sociedad mexicana, de que no podemos separarlo de nuestras ideas de lo que es la familia y la comunidad, en cómo nos identificamos con un lugar. Y es por eso que Reynaldo inspira sentimientos complicados (que experimentamos a través del punto de vista de Rosa). Reynaldo es terco y ensimismado, pero lo entendemos como un producto de su tiempo, intimidado por ideales que vienen del pasado y nos sentimos cautivados por sus brotes de carisma y comprensión.

La película anterior de Márquez Abella, Las niñas bien, ya era una de las películas mexicanas más ambiciosas que apareció en años recientes: una película de época, con un elenco amplio y un diseño de producción impecable, que a través de la historia de una familia, comentaba sobre lo que acontecía en el México de ese momento. Márquez Abella sacrificó algo del humor y la ironía que hicieron al libro de Guadalupe Loaeza en el que más o menos se basada, pero igualmente creo algo único y característico.

Lo que hace en El norte sobre el vacío no es menos atrevido. La fotógrafa Claudia Becerril Bulos (quien también hizo la excelente Sin señas particulares) recurre a varios trucos visuales llamativos. Uno que aparece de manera sutil es su juego con la relación de aspecto (la pantalla pareciera aplastarse volviéndose progresivamente más horizontal): empieza como un drama típico para asumir la dimensión paisajística del western. Y el editor Miguel Schverdfinger corta constantemente a tomas de animales, a manera de alargar el suspenso y anunciar la violencia que seguro está por venir (muchos de éstos son criados para alimento) y a manera de sugerir lo ridículo que es tratar de adueñarse de este territorio indomable. Su toma final es apocalíptica, sugiriendo un mundo en el que sus dramas humanos significan poco. Es una última y definitiva afrenta al mito colonizador original del western.


★★★★


El norte sobre el vacío está disponible en streaming vía Prime Video.