(Catalina Aguilar Mastretta, 2017)

Las comedias románticas, como el resto de los géneros del cine comercial, son y en cierta forma siempre han sido una mentira reconfortante. Son estrafalarias por diseño y las vemos con el reconocimiento de que lo que en ellas sucede difícilmente podría pasar en la vida real. Pero hay una diferencia entre lo increíble e insultante, y es que hay muchas películas en las que uno puede percibir cierta apatía o condescendencia en su realización. Como si se le abordara, ni siquiera como entretenimiento, sino como un producto desechable. Como si los personajes y la trama fueran menos algo que merecía contarse y más lo que se piensa que a una masa amorfa denominada público le puede parecer entretenido o tolerable. Es más fácil burlarse de la comedia romántica mexicana, el rubro más taquillero del cine nacional, que reírse con ella, pero de vez en cuando logra producir una verdadera gema, una película que destaca en parte porque cree en sus convenciones y en su público. Hasta el cine que parece más mercenario merece cierta sinceridad.

Todos queremos a alguien, el segundo largometraje de Catalina Aguilar Mastretta, es una película honesta y dulce. Nos invita a olvidar nuestro cinismo porque ella misma no tiene. Es inteligente a su manera, y no se preocupa mucho con que lo notemos. No busca tergiversar ni ponerse arriba de los clichés del género, sino hacer lo mejor con ellos, quizá porque entiende que, hasta en las comedias románticas más ridículas y repetitivas, una parte de nosotros conecta de verdad. Sus personajes no son “reales”, pero son creíbles y tienen suficientes matices que revelan poco a poco, que cambian en nuestra estima a medida que la película progresa. No hay héroes ni villanos, sino personas con igual capacidad de herir que de ser heridos.

Su protagonista tiene mucho en común con la típica heroína del género: Clara Barrón (Karla Souza) es una obstetra mexicana que trabaja en una clínica de Los Ángeles y es más exitosa en su trabajo que en el amor. Pero escuchando sus palabras en la narración que abre la película, uno más o menos entiende sus razones. Después de interactuar con pareja tras pareja en el proceso del embarazo, parece haber absorbido todas sus tensiones y decepciones. Clara tiene una visión muy pragmática del amor, ella no busca más que obtener el mayor gusto posible y seguir con su vida.

Para Clara, el amor verdadero es una ilusión o un privilegio que solo unos pocos pueden experimentar. Uno de esos pocos son sus padres, quienes después de cuarenta años en unión libre y dos hijas, finalmente deciden oficializar su matrimonio. Presionada a llevar una pareja (preferiblemente alguien con raíces mexicanas), Clara decide invitar a su compañero de trabajo Asher Grace (Ben O’Toole), un simpático y dulce pediatra australiano, a la boda (la fiesta se lleva a cabo en la casa de playa de sus padres del otro lado de la frontera; la película fue filmada alrededor de Ensenada, y las necesidades de la trama sitúan la casa precisamente en el noroeste de Baja California, este pequeño lugar representa la totalidad de México en la imaginación de la película).

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Todo va bien hasta que se aparece Daniel (José María Yazpik, canalizando al estereotípico macho mexicano sin encarnarlo de verdad), quien fuera su pareja por varios años antes de dejarla para unirse a Médicos Sin Fronteras. Ahora está de vuelta, quién sabe por cuanto tiempo y, aunque no hace evidentes sus intenciones de regresar con Clara, definitivamente no le agrada verla salir con alguien más, aunque sea solo para la boda. Asher, con su sonrisa infantil e inocente, y Daniel son los opuestos entre los que Clara debe debatirse. Sabe que Asher, atento y considerado, es probablemente mejor para ella, pero nunca dejó de amar a Daniel, quien años después le continúa despertando la misma atracción y pasión.

Todos queremos a alguien se desarrolla entre México y Estados Unidos y está hablada en inglés y español casi en igual medida. Parece pensada para el público latino en Estados Unidos tanto como para el mexicano, aunque el choque de culturas no es tan importante para la película como lo sería en Cindy la regia, que Aguilar Mastretta dirigió después al lado de Santiago Limón. El humor proviene más bien de los pequeños enredos, no solo entre Clara y sus dos pretendientes, pero también su familia. Sus padres Eva (Patricia Bernal) y Francisco (Alejandro Camacho), su hermana Abby (Tiaré Scanda) y el esposo de ésta Max (KC Clyde) tienen suficiente personalidad y sus pequeñas subtramas contribuyen de una u otra forma a las diferentes ideas que Clara forma sobre el amor romántico.

Visualmente la película no es extraordinaria; como muchas producciones mexicanas de su tipo, los escenarios pueden lucir un tanto planos y artificiales, más como revistas de diseño interior que ambientes reales, pero nunca cayendo en el monótono extremo de ¿Qué culpa tiene el niño? o el chillón maximalismo de No manches Frida. Jon Aguirresarobe la fotografía en planos limpios y discretos y en tonos cálidos y placenteros que sugieren una tierna intimidad. Logra que el mundo de ensueño de la comedia romántica luzca atractivo pero también como algo más que una temporal fantasía, como uno que vale la pena tomar en serio.

Pero lo que verdaderamente mantiene a la película aterrizada es la forma en que toma las convenciones del género para interrogarse distintas ideas sobre el amor. Si la película no parece derivada de la experiencia personal, por lo menos parece surgir de una identificación con lo que sus personajes están pasando. Con la forma en que Clara vive ansiando un amor duradero y emocionante como el de sus padres y rehuyendo la domesticidad de su hermana y su esposo; también con el aprendizaje de cómo nuestras irreales expectativas colorean nuestra mirada del mundo a nuestro alrededor. El final, más que decepcionante, es cauto y realista; nacido de sentimientos que pueden no ser apasionantes pero sí maduros. Qué tanto le guste Todos queremos a alguien a alguien dependerá de qué tanto se crea los líos de su protagonista. La buena noticia es que la película hace la mitad de ese trabajo por nosotros.

★★★1/2

Todos queremos a alguien está disponible para renta digital en Cinépolis Klic y Filmin Latino.